Infancia y Salud

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jueves, 20 de marzo de 2014

Obesidad infantil



¿Qué es la obesidad infantil?
 
La obesidad infantil se caracteriza por un incremento anormal del peso debido a la acumulación excesiva de grasa corporal, como resultado de un desbalance entre el consumo y el gasto de energía. Clínicamente, un niño se considera obeso cuando su peso supera en más de un 20% el peso medio ideal para su edad, talla y sexo. Para mayor certeza diagnóstica, esto debería ser complementado con algún índice que permita estimar grasa corporal, como por ejemplo, la medición de pliegue tricipital (pliegue de la parte posterior del brazo) 
Los niños crecen a distintas velocidades, de modo que no siempre es fácil saber cuando un niño está obeso o excede el peso normal. Por lo tanto, el peso para la edad, en forma aislada, no es un buen indicador porque pueden ser catalogados como obesos niños con talla por encima de la media o niños con mayor desarrollo muscular y cantidad normal de tejido graso, o a la inversa, ser considerados normales niños de baja estatura con escasa masa magra y exceso de grasa corporal.




¿Cuáles son sus causas?
 
Muchos padres tienen que atender a sus trabajos y a sus tareas domésticas, y les resulta más cómodo ofrecer una comida rápida a sus hijos. Empiezan con los bollos industriales, siguen los "nuggets" (rebozados preparados de pollo), y terminan con las golosinas. Día tras día, estos hábitos alimenticios se convierten en una mala costumbre. Los alimentos resultan muy atractivos por su aspecto, pero no llevan los nutrientes ni las vitaminas necesarias para que los niños crezcan fuertes y sanos.
La causa fundamental del sobrepeso y la obesidad infantiles es el desequilibrio entre la ingesta calórica y el gasto calórico que muchos niños sufren debido a este mal hábito alimenticio. A esto se le suman las epidemias (que pueden tener consecuencias muy negativas en el futuro) que no es otra que el cambio de hábitos y el sedentarismo.
Por otra parte nuestro medio ambiente no siempre contribuye a que tengamos hábitos saludables; de hecho, estimula la obesidad. Esto se debe a razones como las siguientes:

-La falta de aceras en los vecindarios y de lugares seguros de recreación. Si no hay parques, senderos, aceras y gimnasios económicos, a la gente le resulta difícil mantenerse activa.

-Los horarios de trabajo. Muchas personas se quejan de no tener tiempo de mantenerse activas porque tienen que trabajar muchas horas y pasan mucho tiempo yendo entre la casa y el trabajo. 
 


 
-Las raciones extra grandes de comida. Los estadounidenses, por ejemplo, están expuestos a raciones enormes de comida en restaurantes, expendios de comidas rápidas, estaciones de servicio, teatros de cine, supermercados y hasta en su propia casa. Algunas de estas comidas y bocadillos alcanzan para alimentar a dos o más personas. Al comer raciones grandes la ingesta de energía es mayor. Con el paso del tiempo, esto provocará un aumento de peso si no se balancea con actividad física.

-La falta de acceso a alimentos saludables. Algunas personas no tienen en su vecindario supermercados que vendan alimentos saludables, como frutas y verduras frescas. Para otras personas, estos alimentos son demasiado caros.

-La publicidad de la industria de alimentos. Estamos rodeados de avisos publicitarios de la industria de alimentos. A menudo los niños son el blanco de propagandas que anuncian bocadillos con alto contenido de calorías y grasas, y bebidas llenas de azúcar. Estas propagandas tienen como fin influir en las personas para que compren estos alimentos llenos de calorías, y con frecuencia lo consiguen.



¿Qué efectos produce?


Los niños con sobrepeso, cuando se comparan con niños en peso saludable, son más propensos a desarrollar muchos problemas de salud como colesterol y presión arterial alta. Esto provoca problemas de cansancio precoz y falta de agilidad al momento de realizar algún juego o deporte, de manera que se impide la diversión y recreación importantes para el desarrollo físico-corporal. El sobrepeso de un niño puede conducir a consecuencias que tienen un rango de peligro más elevado, es decir, con efectos crónicos o mortales. En consecuencia, es un importante factor de riesgo de enfermedades no transmisibles, como las enfermedades cardiovasculares, principalmente cardiopatía y accidentes cerebrovasculares, la diabetes, los trastornos del aparato locomotor,etc. El riesgo de contraer estas enfermedades crece con el aumento del sobrepeso. La obesidad infantil se asocia con una mayor probabilidad de muerte prematura, discapacidad y obesidad en la edad adulta. Además de estos mayores riesgos futuros, los niños obesos sufren dificultad respiratoria, mayor riesgo de fracturas e hipertensión, y presentan marcadores tempranos de enfermedad cardiovascular o resistencia a la insulina.
Los propios niños perciben la consecuencia más inmediata de tener sobrepeso en la discriminación social y la baja autoestima. Las consecuencias de la obesidad infantil se manifiestan categóricamente en relación al desarrollo psicosocial y al desarrollo físico-corporal. Por un lado, aparecen las consecuencias psicológicas que consisten en el daño de la autoestima desde una temprana edad. Los niños obesos están más predispuestos a tener problemas psicológicos debido a que sufren exclusión social desde la escuela, en algunos casos, y son atacados mediante apodos relacionados con la contextura. Todo ello puede llegar a tal extremo de provocar enfermedades psicológicas como anorexia, bulimia y, en algunos casos, suicidios. Por lo tanto, se puede afirmar que la baja autoestima y los problemas de conducta se asocian frecuentemente con la obesidad.








¿Cómo prevenir la obesidad en los niños?




¿Realiza la cantidad de comidas necesarias a lo largo del día? Deben hacerlo entre cuatro y cinco veces. Nunca saltes el desayuno e intenta que la cena sea liviana.

¿Desayuna correctamente? Esto es fundamental porque le proveerá de la energía que necesita consumir y que si le falta se traducirá en cansancio, bajo rendimiento intelectual y físico y le hará aumentar el sedentarismo. Un buen desayuno debe contener hidratos de carbono, preferentemente en forma de cereales que hoy abundan en el mercado con variedad de presentación que los hace muy atractivos, lácteos y frutas.

¿Hace ejercicio suficiente? Haciéndolo quemará grasas, tonificará músculos y no necesitará estar pendiente tantas horas de la televisión o de los juegos electrónicos. Los niños necesitan moverse mucho, y hacerlo jugando con amigos es lo más sano.





¿Ingiere alimentos adecuados? Enséñale una pirámide nutricional y explícale con sencillez que de lo que está abajo es lo que más hay que comer y de lo que está arriba sólo un poquito. Verás cómo no se le olvida. Evita el exceso de dulces y grasas y estimula el consumo de frutas. Facilítale las que más le gustan dejándolas limpias y a la vista para que de ser posible las ingiera enteras en cualquier momento del día.
Por el contrario, las golosinas déjalas guardadas sólo para premiar alguna ocasión especial. Procura también que beba preferentemente agua ya que los jugos contienen demasiados azúcares que además, son perjudiciales para su dentición.

¿Comparte la mesa en familia? Trata de aumentar estos momentos. Los niños aprenden por lo que ven mucho más que por lo que se les dice. Compartir la mesa y mostrarle buenos hábitos será el mejor ejemplo que puedas darle.





Por último, comparte con los niños el tiempo libre que puedas, haz ejercicio junto con ellos, aunque sólo sea caminar o correr. De esa forma estarás motivándolo para que prefiera el ejercicio a la peligrosa comodidad del sofá.




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